miércoles, 4 de diciembre de 2013

Harina de otro costal

Dos días en cama, en los que solo te levantas para ir al baño me recuerdan lo afortunado que soy de poder moverme y lo mucho que me hace falta hacerlo con regularidad. Casi como escribir, pero eso es un tema diferente (Harina de otro costal).
Me tomó una botella de suero, 3 caldos, 2 vomitadas, un desmayo,  una alucinación y muchas horas de sueño el poder moverme y solo sentir un ligero dolor de cuello/cabeza y un extraño escozor  en los pies. Aun así  me siento muy feliz de poder regresar a mi vieja rutina. Admito que no todo han sido buenas noticias desde que me recuperé pero que se le hace, era de esperarse que algo así fuese la realidad.
Supongo que estoy de regreso al principio, como siempre un poco más sabio pero también un  poco más viejo y creo que el tiempo es algo que he dejado que se me escurra por entre los dedos, algo que  he despilfarrado en cosas y personas que no lo valían (O que no lo valen).  Acabo de gastar dos días pero era algo que no podía evitarse, al menos me he dado cuenta que los he gastado en lugar de engañarme diciendo  que todo pasa por una razón. 
Admito orgullosamente  que nunca podría llegar a escribir un libro sobre teorías del arte o participar en un debate académico, no puedo darle muchos rodeos a las cosas y termino abordando los temas que me importan de manera directa, para no perder tiempo, me salto algunos detalles que luego soluciono en el camino para poder tener una respuesta lo más pronto posible y en la mayoría de los casos ha sido el camino correcto  a elegir. Cosas como atuendo profesional,  caballerosidad, modales y patriotismo son para mi herramientas que uso con frecuencia para llegar a mi meta,  diría que no quiero sonar cínico pero es justo así como quiero que salgan mis palabras, de una forma cínica y censurable.
Ahora bien, en la práctica suelo ser diferente. Cuando hablo soy dios, mi palabra tiene poder absoluto y así me retracte lo que dije dicho está y nada podrá cambiarlo. Mas cuando vivo tengo mucho que reprocharme,  suelo hacer muchas excepciones cuando veo un pedazo de mi reflejado en alguien más, algo humano y natural, el problema es cuando la excepción se convierte en la regla y termino actuando más en contra  de mí mismo que cualquier otra persona. Es curioso como tiene perfecto sentido el esforzarte tanto por ver una sonrisa y seguir pensado que valió la pena a pesar de que solo en eso se queda.
En fin, yo diciendo que no puedo darle rodeos a las cosas y heme aquí, tratando de evitar el tema principal con harina de otro costal.

Lo bonito de escribir es que puedes dejar pistas que solo se puedes ver tú, o alguien a quien hayas prestado tus ojos por unos segundos, es una forma poética de asegurarse que el mensaje llegue sano y salvo a quien debe, sin importar cuantos lo lean. Pero en fin, eso es, nuevamente, harina de otro costal.