martes, 17 de enero de 2023

Años de experiencia

Vengo buscando la paz en el espacio que (casi) siempre fue un sitio seguro para mi. Creo que vale la pena explicar, al menos por mantener alguna especie de diario mohoso y digital, que no puedo dormir. No lo digo de forma crónica, ni nada tan alarmante. El día de hoy, específicamente, no puedo dormir. En estos últimos años he intentado hacerme un horario de sueño más o menos decente: Me acuesto al rededor de las 10, me despierto al rededor de las 6, hago ejercicio en las mañanas y pa'lante día. Lo del ejercicio es importante, a veces siento que es lo más productivo que hago en el día, como ese favor que me hago a mi mismo y me ayuda a ponerle la buena cara a cualquier problema que me traiga la vida, siento que me aleja de la muerte y me ayuda a cumplir mi palabra de cuidarme y vivir una vida mejor. Pero aun así hay días que no puedo hacerme ese favor, principalmente por el tiempo, entrenar es una de esas cosas que no puedes sacarle un espacio mientras no tienes mucho que hacer, porque requiere toda tu atención y si surge una emergencia en el trabajo debo parar y atender llamadas lleno de sudor y sin aliento, además que mezclar el ejercicio con el trabajo sería como profanar algo sagrado, pero sagrado de verdad, sagrado para mi. El ejercicio me da control, o al menos me hace sentir que tengo el control, durante esa hora tengo todo el poder sobre mi vida y puedo ser el héroe de mis pensamientos. Luego ya no me quedan momentos para eso, tengo que mantener la calma el resto del día, ser racional y paciente, ser lo que se espera de mi y más, he de admitir que ser todo eso me gusta. Es recompensante sentir que la gente confía en ti (tanto en lo personal como en lo profesional), que puedes sacar adelante cualquier problema y que pueden contar contigo para lo que sea, es agotador, pero se siente fantástico. Eso no es lo que me tiene despierto hoy.

Lo que me tiene despierto hoy creo que es precisamente lo que me hace tan bueno en mi trabajo, creo que hasta cierto punto es lo que me hizo destacarme en la universidad, hablo de esos momentos en los que la vida se presenta con situaciones que no puedo controlar, que me afectan y se escapan de todo mi control, en esos momentos me desconecto de mi mismo, enciendo el piloto automático y dejo de vivir durante una temporada. El ejemplo más claro y fuerte (Y también el que me hizo darme cuenta que tenía que cambiar) fue cuando me desconecté tras la muerte de mi papá. Ya lo he mencionado antes pero durante unos años dejé de sentir que el tiempo pasara, para mi la vida se detuvo en ese instante en el que mi madre me dijo "Se nos fue". Hice lo único que pude, me apagué, seguí viviendo y esperé a que la vida fuera más fácil de llevar, pero nunca se hizo fácil, nunca me desperté un día diciendo "ya, lo superé". Lo único que pasó fue que se me escaparon los años y yo no me di cuenta. Cuando volví, lo hice porque fui afortunado, demasiado afortunado, tenía amigos que me dieron su apoyo, a mi familia que compartía mi dolor aunque yo lo hiciera en silencio y una novia que supo darme mi espacio y no me dejó ir. Con todos ellos siempre estaré agradecido (Incluso aunque aquella novia ahora solo sea una amiga). 

Hoy me enfrento a otra situación que escapa de mi control, no es tan catastrófica, la verdad sea dicha y poniéndolo en perspectiva es verdad que he superado cosas peores. La gran dificultad yace en que es el problema de alguien que amo y no sé como lidiar con esto. Me trae recuerdos de las veces que fallé en ponerme en los zapatos de quienes amaba y los alejé o los perdí, no quiero que eso se repita. Me incomoda un dolor en el pecho al pensar en que me siento un farsante cuando digo que todo estará bien, no porque no lo crea, sino porque siento que ella no me cree o porque me da miedo flaquear cuando me necesite. 

Pausa anticlimática porque mi gata estaba jugando con un tapón para los oídos y he tenido que intervenir. Por un lado le doy gracias porque ese tipo de pequeños anclajes a la realidad me han ayudado mucho, estar sumido en una película en tu cabeza, encerrado en un ciclo sin fin de miseria, solo para ser interrumpido por el sonido de algo cayendo al suelo, seguido de un borrón gris que trae algo en la boca. Ahora se me hace hasta un poco ridículo seguir quejándome, debería seguir mi propio concejo y no preocuparme de lo que no puedo controlar. Normalmente venía a este lugar a quejarme, a soltar todo eso que me atormentaba y liberarme de todos los males que me pesaban en la mente. Hoy no es diferente, pero siento y creo que vengo con una mentalidad cambiada, traigo ya suficiente tragedias en mi cinturón para saber como lidiar con ellas. Porque es que al final, venir a escribir es solo eso, una herramienta más para aclararme la mente, despejar los nubarrones que me impiden pensar y darle otra vuelta de tuerca a la situación, pero una vuelta bien dada, en el sentido que es y con fuerza, para no dejar nada suelto por ahí. Escribir es terapéutico y ahora que lo hago me doy cuenta de dos cosas: La primera es que estoy supremamente oxidado, el miguel de 2010 era pretensioso y daba mucha pena ajena, pero al menos era atrevido en sus propuestas, escribía sin miedo a hacer el ridículo y le daba igual quien lo leyera (hasta cierto punto, claro,  el blog siempre tuvo ese elemento egocéntrico). El miguel de ahora va con cautela como dando pisadas delicadas tratando de no hacer disturbios en la superficie del agua, me cuestiono y me corrijo sin parar. También es posible que me esté juzgando demasiado, no lo sé, no voy a leer al miguel del pasado para comparar ahora, tal vez después. Lo segundo que me he dado cuenta es que uff extrañaba escribir, lo disfruto de una forma que no disfruto nada de lo que hago hoy en día. Es una actividad pacífica pero emocionante, me hace sentir poderoso (no empoderado, que aprovecho y digo que la palabra me parece un chiste a estas alturas). Me hace sentir valiente, me recuerda la frase que dijo un compañero del colegio cuando exponía sobre Baco "el vino le dio el valor de un león, la fuerza de un toro y la inteligencia de un asno", porque siendo sinceros, la gran mayoría de lo que escribo son tonterías y cavilaciones que no llegan a ningún lado. 

Una vez escuché que cada uno debe elegir sus causas por las que luchar, los derechos de la mujer, la lucha contra el racismo, la prevención del suicidio, los derechos de los animales, etc. Existen problemas por doquier por los que vale la pena luchar y quien propuso la idea decía que es mejor elegir y centrarse que esparcirse en todos y sentir cargo de conciencia por no poder apoyar a la humanidad en todos los frentes. La verdad creo que nunca elegí. Hay cosas que me enojan, cosas que me indignan que pasen en el mundo pero siempre me digo que no hay nada que pueda hacer al respecto. Trato de compensarlo siendo el apoyo para mis seres queridos, siento el pilar que siempre estará ahí para mi familia y amigos pero en el fondo estoy seguro de que no es suficiente. Aun así, me hace muy feliz saber que soy la persona que mi madre llama para que sea su polo a tierra, para que le ayude a ver las cosa con claridad y la guie, es algo que me llena de orgullo, dado que ella me guió a mi tantos años. No creo poder nunca regresarle todo lo que me dio, así como no creo nunca pode hacer algo que cambié el mundo para bien en una gran escala, pero seguiré el concejo del bombero suplente "no todos los días puedes hacer una gran acción, pero todos los días puedes hacer una buena acción".

Sigo con el peso en mi pecho, porque he aprendido que los problemas no se van solo porque no pienses en ellos, pero escribirlos, materializarlos así sea de forma digital me ayuda. Aun creo que he desmejorado mucho en esto de plasmar mis ideas, me he hecho más cauto, más complaciente y menos pasional, pero supongo que también es algo que viene con la edad. Las experiencias que he vivido me han hecho más paciente y recatado, pero sigo pensando que sigo siendo aun más yo que antes, porque, por irónico que suene, ya no vivo para complacer a los demás. Antes dije que cuando trabajo tengo que usar una máscara e interpretar mi papel, pero en mi día a día, con mis amigos, familia y sobre todo con mi pareja soy yo en el porcentaje que quiera ser de mi mismo. A veces soy miguel al 100% siendo alocado, irreverente y con un humor filoso, pero también puedo serlo a 50% reír y compartir, hacer algún apunte pero perderme en mi mente si así quiero. Puedo ser yo cuando más importa y dejar las máscaras para aquello que no merece que le invierta parte de mi ser y por eso doy las gracias, a todos los que han estado conmigo en este viaje, que espero dure mucho más. 

Nota rápida antes de irme, acabo de leer al miguel del pasado y en efecto, era mejor escribiendo, pero yo soy mejor siendo feliz