viernes, 25 de marzo de 2016

Mañana (Cuento)

Me levanté sabiendo que hoy no sería mañana. La noche anterior estuve a punto de quitarme la máscara, tomé su mano, me recosté sobre ella y respiré con fuerza, recuperando el aliento. Ella buscó mi rostro y me besó los labios, tan rápido que yo no tuve tiempo de besarla, me apartó con suavidad y se giró para darme la espalda, se levantó y fue al baño, siempre lograba adelantarse y se tomaba su tiempo allí encerrada , nunca supe si lo hacía apropósito, para verme entrar dando saltos y reírse un poco al salir.

Unos minutos después ella ya estaba haciéndose la dormida a mi lado, porque para ser honestos nunca la vi dormir, toda mi vida pensé que era yo quien tenía problemas para dormir, eso fue claro, hasta que la invité a quedarse en mi apartamento, pasó toda la noche dándome la espalda, respirando como si fuese algo que se le podía olvidar en cualquier momento y tuviese que estar atenta para no asfixiarse. Inhalaba con fuerza y exhalaba despacio, siempre tratando de hacer el menor ruido, era casi un murmullo, tan suave que terminaba volviéndose ruido blanco, de ese al que te acostumbras, como el sonido del motor cuando estás  manejando, tan acostumbrado estaba que ahora no creo poder conciliar el sueño sin invocar el recuerdo de su respiración.

Cerré los ojos y cuando los abrí fue el ruido de la cocina el que me saludó, como un recordatorio de que hoy, efectivamente, no sería mañana. La vi pasar y ella ni me notó cuando me quedé mirándola mientras devoraba afanosa su comida, tenía puesta su ropa, pantalones incluidos, hoy no habría sexo matinal. Me levanté de la cama y me puse una camisa y los primero pantalones que encontré, seguramente los de la noche anterior, pero es difícil saberlo cuando todos tus pantalones son jeans y todos están regados por la habitación. Me dirigí hacia ella- "Buenos días."- La abracé por la espalda mientras le decía al oído. Ella presurosa, pero tratando de no ser cortante, se liberó de mi abraso y me besó los labios, esta vez pude besarla un poco.

Pasé el resto de la tarde solo, una opresiva fuerza estampaba mi voluntad contra el suelo y todo lo que podía escuchar era el televisor como ruido de fondo, acompañando el sonido del segundero de ese maldito reloj de los Looney Tunes. Ella me dijo desde el primer día que se mudó que debería botarlo, pero ya me habían advertido mis amigos antes -"Cuando vives con una mujer lo primero que hace es querer cambiar las cosas de su puesto"- Tan advertido estaba que en mi terquedad me negué rotundamente a mover el reloj que había estado siempre colgado de la pared, ella aceptó extrañada, seguro pensaba que le tenía alguna especie de apego especial, tanto así que al día siguiente le puso pilas al aparato que había estado apagado desde que lo colgué. Ahora es mi propio orgullo el que me impide quitarlo, a pesar de que su sonido me vuelve loco.

¿Eran esa clase de gestos las que apartaban el mañana o eran las que lo acercaban?  En cualquier caso, el maldito reloj me irritaba todos los días, me hacía pensar que trabajar desde casa era más un castigo que una bendición. Pero entonces recordaba mis días en la oficina, recordaba a mi yo recién egresado y sin experiencia, porque a pesar de haber trabajado desde los quince para pagarme la carrera se me consideraba sin experiencia laboral. Ese yo que pensaba que no podía ser tan malo levantarse todos los días a la misma hora, para hacer las tareas para las que los empleados más veteranos estaban "sobrecualificados", un mono estaba sobrecualificado para hacer lo que te ponen a hacer al entrar en tu primer trabajo.

Terminaba mucho antes de la hora de almorzar y por más que les pidiera algo que hacer a mis compañeros, la mayoría solo me ponían a llevar y traer cosas por todo el edificio, pero dejaron de hacerlo al ver que me perdía constantemente y los paquetes no solían llegar a tiempo a su destino. Así fue que empecé a desarrollar el hábito de ver por la ventada y pensar. Ver a las pequeñas personas desde mi ventana me hacía preguntarme cosas, cosas que nunca antes había considerado. Pensaba en lo triste que se ve la gente por la calle y me daba cuenta que seguramente yo también me veía así cuando caminaba de la oficina al paradero del bus. ¿Estaba entonces triste? No estaba especialmente excitado, es verdad, pero la mayor parte del tiempo vivía con comodidad y sin preocupaciones radicales. Hace mucho tiempo que me había distanciado de mi familia y ni siquiera tenía el teléfono de alguno de ellos, pero eso no me molestaba, lo hice por voluntad propia y nunca me arrepentí  de ello. Tenía un trabajo estable, un apartamento que terminaría de pagar en unos años, pero que al fin y al cabo, era mío. También tenía una novia, muy hermosa, que me amaba. Fue ese pensamiento el que hizo que todo se viniera abajo.

Ella me amaba, me ama, siempre me lo dice, la primera vez me lo dijo despues de que lo hiciéramos en mi casa, estábamos celebrando algo ¿seis meses juntos?, no lo recuerdo, pero recuerdo bien sus palabras -"Te amo"- me soltó todo el aliento a vino y pasta en la cara-"Yo a ti"- respondí como autómata, no era la primera vez que alguien me lo decía, yo siempre respondía lo mismo, al fin y al cabo son palabras y todas esas mujeres vinieron y se fueron, algunas hicieron más ruido que otras, pero todas se fueron al final y no hubo "amor" que pudiera detener lo inevitable. Siempre me pedían más de lo que yo estaba dispuesto a dar, principalmente porque yo nuca estaba dispuesto a dar casi nada. Ella en cambio no me pedía nada, todo era muy cómodo. Lo cómodo que puede ser cuando alguien te ama sin que tú la ames.

Ese día me di cuenta, me di cuenta que mi vida estaba fundiéndose con la de alguien que solo era un objeto para mi. Entonces me golpeó, como el olor del licor añejo, la bofetada de responsabilidad que jamás había aceptado, puede que fuera solo por miedo, pero llegó. Tenía que alejarme de ella. Eventualmente dejé mi puesto de oficina, conseguí un empleo con una compañía europea, ella tenía un conocido dentro y le habló de mí, ahora trabajo desde casa y desde el día de mi revelación ya ha pasado más de un año. Todos los días me repetía a mi mismo que tenía que decirle, pero era como nadar tras la luna en un mar de brea, no importa cuando tiempo tengas, al final llegará la mañana y no habrás avanzado en absoluto, pero como sabes que tendrás otra oportunidad en la noche , dejas pasar todo el día, sin hacer nada para ayudarte, lo único que dices es -"Mañana, mañana"-. 

Todo esto me llevó a aquí , a este momento en el que el maldito segundero me vuelve loco, como si me recriminara cada segundo que he perdido esperando a que llegue el día apropiado para decirle...¿Decirle qué? ¿Existe alguna forma adecuada de decirle a alguien que toda su vida ha sido una farsa y que la persona por quien lo ha dado todo esto últimos años no ha sentido por ella mayor apego que el que tiene por una buena comida? Cruel. Me escucho y puedo sentir la crueldad de mis palabras, puedo sentir la mirada que generaría en su rostro y puedo sentir como me cortarían los pedazos que se desquebrajarían de su ser cuando se lo diga. ¿Ella se merece la verdad o se merece la mentira?, podría seguir con ella, yo nunca he tenido ningún problema con eso, su compañía me es grata y nunca me ha llegado a exasperar. Es verdad que tampoco me han apasionado sus detalles y que siempre que hizo algo por mi le regresé una falsa gratitud, porque a la larga me daba igual, su esfuerzo, su sonrisa sincera y sus buenas intenciones me daban igual. Ella se merece algo mejor, pero ¿ Y si nunca se entera?,¿ Podría vivir esta mentira hasta el fin de mis días o ella se aburriría de mi?, ha vivido feliz tanto tiempo pensando que soy el hombre de sus sueños, ese hombre que estoy seguro que solo existe en su imaginación, pero que ha logrado proyectar en mi, con mi egoísmo he logrado hacerla feliz.

¿Por qué es tan importante esto? Aun somos jóvenes, mierda. Por más que el maldito segundero se esfuerce en quitarnos nuestra vida, por más de que al mirar atrás pensemos que el tiempo pasa muy rápido. La realidad es que a ella le queda la vida por delante para encontrar a alguien mejor, alguien que la haga feliz con la verdad y no con mentiras disfrazadas. Necesito aire, necesito pensar con claridad lo que voy a hacer, necesito alejarme de ese maldito...Paró, el cuarto está inundado con un silencio absoluto, no hay segundero marcando el ritmo de mis pensamientos. 

Estoy de pie, todo se ve más quieto, es como si el tiempo se hubiese detenido, no hay ruido afuera. No escucho ese murmullo de actividad que hay durante el día, camino hasta la puerta y cada paso se siente como si el cuarto se estuviese moviendo bajo mis pies, yo no me me muevo, yo también estoy quieto y es en esta quietud en la que llego a la puerta de la casa trato de abrir la puerta y me doy cuenta que el picaporte no cede, como si alguien desde el otro lado hubiese trancado la cerradura, entonces todo el cuarto gira y me quedo mirando directamente al reloj parado sobre la pared intento correr, pero tropiezo, caigo al suelo, caigo despacio y el suelo me recibe con su dureza habitual, pero con un frío exagerado. -"La necesito"- Las palabras escaparon de mi boca, en un instante tan largo que no me di cuenta cuando el segundero empezó a sonar de nuevo. 

Era ya de noche, estaba tardando en llegar, normalmente no me daría cuenta de eso, pero hoy es diferente, normalmente no la estoy esperando. Traté de ocupar mi día lo más que pude, trabajando tanto que podría no hacer nada hasta el lunes y seguiría al día con mis obligaciones. Pero en cuanto se acercaba su hora de llegada me levanté del escritorio y me senté a esperarla en la sala.  eventualmente ella llegó, me sonrió y cuando estaba a punto de besarme la detuve -" Te amo"- le dije mientras la miraba a los ojos. Ella no contestó. Se desplomó en un asiento -"¿Sabías lo que te voy a decir?"- Mi expresión claramente fue suficiente respuesta, pues ella continuó-"Estoy saliendo con otro, ya hace tiempo que estoy pensando en decírtelo, pero siempre pensé que las cosas se pondrían mejor. Anoche casi te lo digo, pero....ja, no importa que tanto hayas madurado, en la cama todos los problemas se escapan de la razón ¿verdad?, no entiendo porque me dices eso ahora, pero...es muy tarde, no, más que eso, en el tiempo que tú has tardado en decirlo ya han venido muchos otros diciendo lo mismo, porque si, no ha sido solo uno...no sé por qué te estoy diciendo esto, yo... lo siento, esto se acabó  "- Ella se levanta  no puedo moverme, escucho la puerta del apartamento cerrarse a mi espalda, escucho una vez el segundero, luego dos, luego... silencio.