martes, 14 de mayo de 2013

Neurosis (cuento)


Me encanta el bar los lunes en la mañana, es silencioso y fresco, como un cementerio podría decirse. Puedo apreciar con todo el tiempo que quiera el olor del licor, su color, degustarlo sin apuros. Puedo ir al baño cuando me apetezca sin tener que aguantar tediosas filas, y quedarme mirando el remolino que se forma en la tasa hasta que la última cota de agua amarillenta se ha marchado, puedo halar la palanca cuantas veces quiera hasta que quede tan limpio como quiero. Nunca uso los orinales ni siquiera cuando estoy solo, muchos menos orinaría en un árbol o un poste telefónico, la sola idea me parece algo inconcebible, casi tan inconcebible como que suene la puerta del bar un lunes a las 8:45 AM y que por ella entre una muchacha joven y bella, sin embargo esto último está pasando frente a mis ojos. ¿Significa esto que de ahora en adelante voy a orinar en árboles y postes?

¿Debería quedarme mirando?, no. ¿Qué tal si ella me está mirando justo ahora? No puedo soportar la idea de que me esté observando, de que me esté examinado con sus ojos, ¿No puede usar otros? No puedo girar la cabeza para mirar pero siento como si me estuviesen respirando en la nuca. Prefiero esto a tener que cruzar miradas con ella, tendría que desviar la mirada, o peor aún ¡Sonreír! Nunca he podido sonreír con naturalidad. Si revisara mi álbum de fotos familiar siempre me encontraría con una sonrisa arqueada hacia abajo, como haciendo una mueca, nunca entendí la diferencia entre sonreír y mostrar los dientes, así que siempre pensé que lo estaba haciendo bien. También tengo dificultades para pedir citas o consultas de cualquier clase, no quiero equivocarme nunca diciendo “Buenos días” cuando ya son pasadas las doce del mediodía, por eso siempre que tengo citas  al medio día llego una hora antes , para evitar cualquier posibilidad de error. Siempre fui muy inteligente. No entiendo cómo es que la gente se toma tan a la ligera los saludos y lo hace con tanta naturalidad, como está chica que me acaba de saludar. ¿Me saludó?
-¿Cómo te llamas?

Y ahora me está preguntando mi nombre, ¿Debería contestarle? , es decir, no es que no tenga una razón para no hacerlo, pero cuando das tu nombre das una parte de ti, ¿en serio quiero darle algo tan importante a una completa desconocida? No me voy a arriesgar a que me lo pregunte de nuevo, eso sería peor aún ¿Lo sería?
-Oscar….

-Gusto en conocerte Oscar, ¿Te gustaría invitarme algo?

Está sonriendo, ¿No se supone que soy yo quien debe dar la iniciativa de invitarla? Debía haberla invitado antes de que ella me lo preguntara. ¿Si la invito ahora se enojará?, ¿Me clasificará de machista? No quiero que piense eso, pero me sigue mirando y sigue sonriendo. ¡Está esperando! ¡Claro! , está esperando mi respuesta.
-Emm…Si claro
-¡Gracias! , Además de guapo eres buen  mozo  ¿Qué haces por estos lares tan temprano?
Yo podría hacerle la misma pregunta y sería muchísimo más válido. Ella es la extraña aquí, nunca la había visto antes. ¿Me ha llamado guapo? La Verdad es que casi nunca me miro al espejo pero cuando lo hago nunca me ha desagrado lo que veo, pero claro, comparado con la belleza de esta muchacha  soy un tipo cualquiera. No, soy menos que eso. No hay punto si quiera de comparación.

-Creo que me voy, solo vine a tomar algo pero si algún día quieres  salir llámame, tontito

Sonríe. ¿Se está burlando de mí? Me acaba de decir tontito, no sabe que siempre fui más listo que los demás.  Se fue. Al fin. ¿Por qué sigo nervioso entonces? Sus palabras siguen atrapadas en mi cabeza, su silueta. Dejó su número sobre la mesa. “Tontito”, me repito esa palabra una y otra vez, la desmenuzo en sílabas, en letras, la degusto a fondo, ¿De verdad quiero que esa sea lo último que oiré de ella? ¿Qué fue lo último que yo le dije? “Si claro”. No debí decirlo, nunca pensé en decirlo. Debí decirle bella, pero soy muy listo para ser así de imprudente. Al final no he preguntado su nombre ¿Cómo se supone que voy a guardar su número? ¿Debería guardarla como “La chica del bar”?. No, ni pensarlo, ella no pertenece a este lugar si tuviese que haber una relación de pertenencia entre esa mujer y este lugar sería ella la dueña de todo esto, incluyéndome ¿Soy suyo?, ¿Debería guardar su número como “Mi dueña”?. No, no puedes pertenecerle a alguien, pero como quisiera poder pertenecerle. ¿Por qué quiero ser de su pertenencia?  Estoy enamorado. Me acabo de enamorar de Mi dueña ¿Justo hoy? , ¿Justo el día en el que había decidido suicidarme?

Por eso estoy aquí en primer lugar, no me sentiría cómodo suicidándome en mi casa, si algún día me arrepiento no podría volver a ese lugar sin que me den ganas de suicidarme de nuevo. Sin embargo ahora estoy enamorado, Mi dueña me ha dado una razón para vivir. La amo. Debo permanecer vivo en nombre del amor, así no tenga otra razón para vivir. ¿Vale la pena vivir solo por amor? ¿Y si ella no me ama? ¿Cómo podría amar a un hombre sin palabra como yo? No soy capaz ni de cumplir con mi propio suicidio, no es como si alguien más pudiese hacerlo, claro. Entonces, me suicidaré ahora para poder ser digno de su amor. ¿Me pregunto si podré escuchar el disparo con suficiente tiempo como para darme cuenta de que estoy a punto de morir? Es una pregunta que solo podría responder un muerto, pero como nadie ha regresado de la muerte no hay nadie que sepa, si lograse saber esto sería único en el mundo, esa sería una razón más para vivir.

He escuchado el tiro, pero no pude sentir la bala ¿Fallé? No, definitivamente estoy muerto, el proyectil atravesó viajó tan rápido que no pude sentirlo. Interesante. Lo más importante es que acabo de cumplir mi palabra y me he suicidado, todo gracias a Mi dueña. Gracias a ella soy un mejor hombre. Sin ella no me hubiese motivado suficiente para quitarme la vida. ¿Habrá escuchado el disparo? Ojalá lo haya escuchado, sería mi declaración de amor hacia ella. Ojalá haya entrado y encontrado mi cuerpo inmóvil y mis sesos esparcidos coloreando toda la habitación como prueba de mi amor. Todo gracias a Mi dueña , gracias a ella soy libre.